viernes, 1 de agosto de 2014

el ocaso que miraba de reojo

quiero ser rasamente sencilla
 obsoleto estilo de elegancia perdida
de escasa ropa y cuerdas palabras
tan brillante siempre la luna lejana.

Alejar el cinismo,  su cuello erguido
 viste los prados de verdes trigos
contagia el camino clavando espigas
y  sus semillas hacen destinos.

Y los destinos a veces matan
o callando muecas la garganta ahogan.
Todo se encoje hasta las sienes
y de la mano el tiempo pasa
y enmudecido el pelo crece.