El camino donde las piedras
rompen los huesos de los dedos.
Donde el coraje es cubrirse con seda
las arañillas rojas de los ojos,
nos tapa también la voz y hasta el aliento
y el descanso es abrupto, muy sediento.
¿Pereceremos?
Quiero explotar con el cañón mi bandera
romperla , empuñar el final de ese mástil
y vestirme de soldado a mi manera
Sentirme como un Dios
espléndido disfraz
magnifico albornoz
nadie puede atar
los hilos de mi voz.
¿Quien me va a escupir
en galante sensación?
Sentarme en la llanura
a la altura de un lobo feroz.
Jugando con el poder de un colmillo
ensangrentado que enseñado
va afilando el malhumor.
Y se retiran las presas,
ya huyen descalzas sin piernas
y se dejan la piel en las huellas.
Redimidas con sangre en la arena
van queriendo evitar la condena.
El verdugo de la conciencia eterna.